Por: Alonso León C.
Genealogista - Cronista Gráfico Documentalista
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| Oswaldo Guayasamín Calero Foto: tallerGuayasamin.com |
Hace 17 años nuestro país enlutaba y con ello se marchaba al sitial del creador para continuar con su legado de plasmar a través de sus manos la realidad de nuestra gente y el dolor que sus ojos a través de su vida vieron, convirtiéndolo en el máximo representante del arte ecuatoriano con reconocimiento a nivel mundial.
Oswaldo Guayasamín Calero más allá de sus obras constituye uno de los pocos artistas ecuatorianos que realmente tuvo su máxima inspiración en el indigenismo ecuatoriano, relatando a través de sus pinturas la tristeza, el dolor, la angustia, la alegría y la muerte, desde un punto distinto de enfoque luchando contra los estereotipos que buscaban denigrar al indígena ecuatoriano. Sus palabras enérgicas al defender a los pueblos nativos era evidente, ya que nunca negó sus orígenes al contrario se sentía orgulloso de expresar sus orígenes y de donde venía, aquella familia nativa de Otavalo que vino a radicarse en la ciudad de Quito, donde su padre se ganara la vida como taxista y madre una mujer que educo a numerosa prole con los medios necesarios.
La visión del mundo trágico que caracterizo la pintura del gran maestro Oswaldo Guayasamín comenzó en su niñez, cuando siendo aún estudiante de la Escuela de Bellas Artes en 1932, estallara la denominada "Guerra de los Cuatro Días" que cobro numerosas vidas incluidas entre ellas; es aquí donde perdería la vida un amigo suyo apellidado Manjarrés que lo impresionaría mucho originando la pintura "Los Niños Muertos" como un tributo a su amigo. De rebelde personalidad pero lleno de una gran creatividad encamino sus primeros pasos en la pintura a través de pequeños cuadros con paisajes del Chimborazo e indígenas de los sectores aledaños que los vendía en dos sucres, para ayudar a su familia que estaba compuesta de 10 hermanos.
Su ideal de que todos los hombres y mujeres convivieran en un ambiente de cordialidad y respeto nunca se alejo por lo contrario, siempre estuvo presente en mente y fruto de ellos sería su magistral legado "La Capilla del Hombre" donde se alberga gran parte de sus cuadros y colecciones pictóricas. No debemos olvidar su estrecha relación con personajes de distintos saberes culturales quienes recordaron al gran personaje que encerraba derivándose de ellos varias anécdotas de su arte. En 1950 durante una fiesta que ofreciera el pintor quiteño en su antiguo domicilio ubicado en las Calles Venezuela y Galápagos a la cual asistieron varios personajes del Quito de la época entre los cuales se encontraban pintores, músicos, poetas y jóvenes que ya se encaminaba a este arte se dieron cita en aquella morada, durante el desarrollo de la fiesta el poeta Jorge Carrera Andrade sintió llamada su atención aún cuadro fresco titulado "Origen" que mostraba a una mujer cuyo vientre era una vasija de barro y en la cual descansaba un niño; ante esta curiosa pintura Guayasamín explico que estaba inspirada en la costumbre que tenían los Incas de enterrar a sus familiares en vasijas de barro.
Aquí es donde nace uno de los temas musicales más entrañables y destacados de nuestra historia musical, cuya primera estrofa es autoría de Jorge Carrera Andrade, seguido por la segunda autoría del poeta Hugo Alemán, la tercera del pintor Jaime Valencia y la ultima autoría del poeta ambateño Jorge Enrique Adoum, quienes son los autores de la letra del danzante "Vasija de Barro" y cuya música compuesta aquella misma noche del 7 de Noviembre de 1950 es de autoría de Gonzalo Benítez y Luis Alberto Valencia, que la cantaron por primera vez aquella noche de bohemia acompañados de la "Mayorca" un conocido licor del Quito de aquella época.
Así nació aquella canción que fuera grabada en 1956 por el Dúo Benítez - Valencia, cabe resaltar que dicha letra tuvo un nombre anterior "Hombre de Arcilla" que al parecer no fue del agrado de los intelectuales autores de la letra, por la cual le cambian el nombre que hasta la fecha tiene, convirtiéndose hasta ahora en uno de los temas populares más destacados y reconocidos por la esencia de su letra y la composición musical.
Guayasamín constituye hasta la presente como uno de los precursores del arte pictórico ecuatoriano, dejándonos grandes legados culturales y enseñanzas que transmitió a través de su pintura tales como "La edad de la Ira" o "Huacayñán", o los retratos de grandes personajes universales como el guitarrista español Paco de Lucía, el mandatario cubano Fidel Castro o el celebre escritor y novelista colombiano Gabriel García Márquez, quienes se maravillaron con sus sensibilidad y sobre todo por la personalidad amable y honesta del gran artista quiteño, que se marcho a lo desconocido para desde allá pintar la vivencias de su pueblo.
Así nació aquella canción que fuera grabada en 1956 por el Dúo Benítez - Valencia, cabe resaltar que dicha letra tuvo un nombre anterior "Hombre de Arcilla" que al parecer no fue del agrado de los intelectuales autores de la letra, por la cual le cambian el nombre que hasta la fecha tiene, convirtiéndose hasta ahora en uno de los temas populares más destacados y reconocidos por la esencia de su letra y la composición musical.
Guayasamín constituye hasta la presente como uno de los precursores del arte pictórico ecuatoriano, dejándonos grandes legados culturales y enseñanzas que transmitió a través de su pintura tales como "La edad de la Ira" o "Huacayñán", o los retratos de grandes personajes universales como el guitarrista español Paco de Lucía, el mandatario cubano Fidel Castro o el celebre escritor y novelista colombiano Gabriel García Márquez, quienes se maravillaron con sus sensibilidad y sobre todo por la personalidad amable y honesta del gran artista quiteño, que se marcho a lo desconocido para desde allá pintar la vivencias de su pueblo.
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