EVOCANDO A MEDARDO ÁNGEL SILVA (3° PARTE)
Un análisis a su vida y obra
Continuación:
Bohemio y enamoradizo Medardo
Ángel Silva comenzó a frecuentar a unos amigos en el Parque Seminario, fue aquí
que comenzó a colaborar con un seminario de la capital y empezar a preparar su obra “Trompetas de
Oro”, para lo cual remitió copia a Madrid al escritor venezolano Rufino Blanco
Fonfona, pero este se excusó de hacerlo, las razones desconocidas tal vez opino
que el talento del joven debía madurar más, no lo sabemos un misterio oculto en
las olas del tiempo. Su fama creció con gran facilidad, gozaba de la estima y
respeto de la sociedad, fue un amigo cercano de Modesto Chávez Franco con quien
conversaba temas relacionados al más allá, pero aquel le aconsejaría descartar
el suicidio, cosa que no sucedió.
Medardo Ángel Silva durante su juventud, Fuente: Wikipedia.org. |
Su novela “Jesús María” que
posiblemente se trataba de una obra autobiográfica apareció en 1919 en el
Diario “El Telégrafo”, inspirada en un viaje a Daule y dedicada a su amigo José
Eduardo Molestina Sotomayor (Diccionario Biográfico Ecuatoriano. Pérez Pimentel
Rodolfo). Aquella novela causo un gran impacto en sus seguidores especialmente
en las féminas, que veían en su obra la historia de un amor imposible, trabajó
nuevamente para el Diario “El Telégrafo” cobrando semanalmente y en algunas
ocasiones solicitaba adelantos, a pesar de su fama y trabajos su condición
económica no varío.
La muerte de su amigo el poeta
religioso Amado Nervo le sobrevino como un duro golpe, esto posiblemente
aumento sus ganas de partir de alejarse de este mundo de sufrimiento y
desencanto, que posiblemente lo estaba orillando a un callejón sin salida, sin
destino. La muerte se convirtió en una
especie de guardián de su sombra, pues en varios de sus poemas de prosa hace
referencia a la muerte llamándola Hermana Tornera, su musa de poemas y su
eterna acompañante. Era como si la vida le pesara, ante una tormentosa angustia
que lo dejaba intranquilo, como si de alguna manera aquel aliento helado y
tenebroso lo cubriera y lo sedujera para llevarlo hacia ese lugar desconocido
del cual nadie sabe, donde solo los ángeles del cielo dan razón.
Se presentaron brillantes
oportunidades para su futuro como aquella ocasión que se le ofreció la
secretaria de la Legación diplomática en
Francia a nombre del Partido Liberal, pero no le dio mayor importancia a pesar
de mantener una amistad personal con el hijo del Dr. José Luis Tamayo candidato
a la presidencia en aquella época.
Su melancolía y depresión estaban
aumentando, razón por la cual decidió entrar en el convento de los frailes
agustinos quienes sentían especial cariño por el joven Medardo, pero la idea de
acabar con su vida y sufrimiento lo perseguía, sus amigos del barrio ya no le
inyectaban las mismas ganas de seguir viviendo y hasta su aspecto bohemio se
vio reducido, encajándose poco a poco en un ermitaño. Su vida ya carecía del sentido de vivir, a
pesar que por aquellas épocas ya había nacido su hija María Mercedes Silva
Carrión, concebida en sus amores con Ángela Carrión Vallejo, jovencita criada
bajo la tutela de la madre del joven Silva, penosamente aquella niña no llego a
conocer a su padre.
En el aspecto de su vida Medardo
Ángel Silva amo con lo más sincero de su corazón, un amor tan puro como la
genialidad que acompañaba cada uno de sus versos y escritos, su actuación en el
magisterio aunque esta profesión fuera pasajera le permitió conocer a la que
sería el amor de su vida una jovencita guayaquileña llamada Rosa Amada Villegas
Morán, que se convertiría en su mayor obsesión por la belleza y naturalidad que
desprendía de esta joven colegiala de apenas 16 años, a quien leía y obsequiaba ejemplares de la
literatura poética de la época, ella se convirtió en su mayor inspiración
aunque su relación plenamente estaba prohibida por la diferencia de edades y la
reputación que muchos le daban a Silva como un joven bohemio y misterioso.
Continuará.........
Alonso León Cajiao
Historiador Genealogista - Cronista Gráfico Documentalista
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