Foto: Archivo León Cajiao |
Por: Alonso X. León Cajiao
La historia de nuestra ciudad
esta inmolada de nombres de acreditados ciudadanos que forjaron paulatinamente
el desarrollo de varios sectores de nuestra comarca. Recordar es volver a
vivir, pronuncia el vulgo, pero aquellos recuerdos viven latentes en la memoria
colectiva de los pueblos y de su gente, aquello sucede en el Barrio San
Sebastián de la parroquia urbana Juan Montalvo de Latacunga, en este sitio es
de grata recordación el nombre de un sacerdote que a través de su gestión,
constancia y principalmente aprecio a sus feligreses permitió el desarrollo de
varias obras que hoy en día son parte de su legado al cumplirse el tercer
aniversario del fallecimiento de Monseñor Claudio Guerrero Vinueza.
Monseñor Claudio Guerrero Vinueza
nació en la parroquia Amaguaña (Pichincha) el 7 de octubre de 1929, en el hogar de don
Ulpiano Guerrero Peñafiel y Delia Guerrero Páez, fue bautizado bajo los nombres
de Claudio Eliseo. Sus primeras enseñanzas las recibió en su ciudad natal de
manos de prestigiosos maestros de la época, posteriormente se traslada a la
ciudad de Quito para continuar sus estudios en el Seminario Menor San Luis y
Seminario Mayor San José, destacó como un alumno prodigio prueba de ellos son
las calificaciones registradas en los documentos del mencionado seminario,
compartiendo aulas con prestigiosos profesores extranjeros como los religiosos
Eugenio Masset y Joaquín Masjuán. Recibió la ordenación sacerdotal en 1957 de
manos del entonces Arzobispo de Quito Monseñor Carlos María de la Torre Nieto,
el mismo que viera en el joven sacerdote su inquebrantable voto de servicio y
amor al prójimo, lo designó para ejercer su ministerio sacerdotal en la Iglesia
de San Blas en su calidad de Coadjutor.
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Posteriormente otras
jurisdicciones de la Arquidiócesis de Quito dieron cabida al joven sacerdote
que desde aquella época ya se perfilaba como un ser íntegro en la misión de
predicar la palabra de Dios, pero ante todo, en desarrollar la labor social con
los más necesitados, acciones que fueron ovacionadas por muchos de sus
allegados y amigos que dejó en cada uno de los sitios en los cuales ejerció el
ministerio sacerdotal. En diciembre de 1963 se crea la Diócesis de Latacunga
con su primer obispo el religioso riobambeño Monseñor Benigno Chiriboga y
Chiriboga, en aquel mismo año Monseñor Claudio Guerrero fue designado párroco
de Joseguango, parroquia en la cual realizó obras sociales pero también obras
de carácter público demostrando y fomentado siempre los valores de la
cooperación, de ahí que fuera mentalizador y fundador del Club Deportivo
“Cuatro de Agosto” de la misma parroquia, además de haber declarado como
patrona del sitio a Santa Mariana de Jesús.
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Posteriormente a finales de los
años sesenta fue designado como párroco de Salcedo, en la cual uno de los
acontecimientos más recordados fue la visita del Primer Mandatario Dr. José
María Velasco Ibarra, a quien acompañó en su recorrido por las diferente calles
de la urbe, prueba de este importante acto, el autor de estas líneas guarda
imágenes de aquella ocasión en su archivo. Otra de las parroquias en las cuales
ejerció como primer Párroco fue Santa Marianita de Jesús, cuyo decreto de
creación fue firmado en 1974, mismo año en el cual fue designado por decreto
eclesiástico de Monseñor José Mario Ruiz Navas como Párroco de San Sebastián.
En esta última parroquia
desempeñó el sacerdocio por el espacio de 40 años, en los cuales su enérgico
carácter y sabia oratoria lo llevaron a ser denominado por sus feligreses como
el “Líder del Barrio”. Entre las variadas obras que efectivizó en aquella
próspera comarca, está la construcción del Coliseo del Barrio, gestor de la
Funeraria Barrial, también en su calidad de Párroco cumplió funciones en la
Federación de Barrios de Latacunga, en la administración del recordado
caballero Luis Villarroel C. Otra de las facetas más sobresalientes de su
tesonera personalidad fue su inquietud cultural lo que lo llevó a formar parte
del Concejo Editorial de la Revista Barrial “Shayrucu”, fue un amplio
colaborador y organizador de las festividades de su barrio a cuyos moradores
siempre llamó mis queridos “shayrucos”, a quienes entregó todo de su
contingente espiritual y físico, con quienes compartió alegrías y también
tristezas, a quienes lo acogieron como un hijo más del aquel barrio, falleció
convertido en su máximo exponente y protector. En 1983 fue designado como
Prelado de Honor por gestión realizada ante el Vaticano por Monseñor José Mario
Ruiz Navas, en una ceremonia especial efectuada en la Catedral de Latacunga en
la cual se designaron con la misma distinción a otros prestigiosos sacerdotes
de la época, entre ellos su cercano amigo Félix B. Morales R. Para el año 2013
le fue conferida una placa durante la celebración de los cincuenta años de creación de la Diócesis
de Latacunga, así como una cooperativa de transportes lleva su nombre.
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Al final de su días su salud fue
aquejada por el paso de los años, razón por la cual Monseñor Victoriano Naranjo
Obispo de Latacunga, designó como su sucesor y nuevo párroco de San Sebastián
al Padre Edmundo Viteri Moscoso recientemente fallecido; la inexorable parca lo
llevó de retorno al seno del creador el viernes 11 de diciembre del 2015,
rodeado por familiares, amigos y principalmente por los moradores del barrio a
quien siempre defendió y veló por lo intereses colectivos. Su cuerpo inerte fue
colocado en el altar mayor de la Iglesia Parroquial de San Sebastián, la misma
que fue restaurada e inaugurada en enero del 2012, desde cuyo púlpito expresó
las más fervientes reflexiones y sermones hacia sus feligreses, para quienes
siempre guardo especial cariño y consideración. Sus exequias se llevaron a cabo
en la Iglesia Catedral de Latacunga, en donde una iglesia repleta lo despidió
en medio de aplausos y gritos “Viva Monseñor Claudio Guerrero” fueron las
frases que se escuchaban resonar en el interior del templo católico, finalmente
sus restos fueron depositados en las catacumbas de la Iglesia Catedral donde
reposa junto a la memoria perenne de otros sabios religiosos, que dedicaron su
vida al servicio pastoral.
En la actualidad su recuerdo
sigue presente en la memoria de los moradores del Barrio San Sebastián, como
símbolo de respeto, admiración y homenaje a uno de sus hijos más ilustres, al
ser humano que siempre lo dejó todo por
su pueblo, pero en especial su legado más importante es la humildad y sencillez
que lo caracterizó siempre.
Bibliografía:
- Archivo privado del autor
- “Claudio Guerrero, un visión a través de su vida” (inédito)
- Archivos privados y documentos en poder del autor.